Hoy caí en la cuenta de que cada vez que recuerdo esta historia, nuestra historia, siento que vuelvo a vivirla. Es como si el tiempo no hubiera pasado y aparecen parte de los sentimientos que conectaron ese primer día de verano. El día que, sentados uno frente al otro, a través de tus ojos, vi el inicio de una sensación especial. Esa sensación de paz y comodidad que transmitían el cruce de nuestras miradas y las risas cómplices cada vez que compartíamos nuestras ocurrencias y experiencias catastróficas. Las caminatas largas frente al mar, con un helado de café en la mano; para luego ver la caída del sol después de un día pesado.
Lo más probable es que hubiéramos coincidido en alguna otra vida, donde vivíamos el amor y la libertad en su máxima expresión. Y que en esta vida, lamentablemente, en esta última vida, nos reconocimos y nos dimos cuenta de que solo quedan los rezagos de la anterior.
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